La cal se utiliza en el procesamiento metalúrgico de diferentes tipos de mineral de cobre, desde la flotación de minerales de sulfuro de cobre hasta la lixiviación de cobre por medio de lixiviantes ácidos. Los principales productos de estas operaciones son los concentrados de cobre (que contienen entre un 25 y un 30 % de Cu) y los cátodos de cobre (>99 % de Cu). La cal también se utiliza para gestionar, limitar o tratar los impactos potenciales del drenaje ácido de las minas.
Los minerales de sulfuro de cobre se recuperan de la mena como un concentrado mineral en múltiples pasos. El primer paso es separar los minerales no sulfurosos, que no tienen valor (llamados minerales de ganga), de los minerales sulfurosos. Los minerales de sulfuro de cobre se separan de los minerales de sulfuro de hierro (por ejemplo, pirita).
La cal se utiliza para controlar el pH de los lodos minerales y para hacer que las propiedades de la superficie mineral sean adecuadas para la flotación de los minerales de cobre y la depresión de la pirita. Además, la cal se puede utilizar para limitar la corrosión de las bolas de acero utilizadas en los pasos de molienda que preceden a la flotación.
Algunos tipos de mineral de cobre no son aptos para la separación física de minerales y, por lo tanto, no se pueden procesar por flotación. Estos tipos de mineral se someten a la lixiviación en pilas o tanques, normalmente utilizando ácido sulfúrico, y esto provoca la disolución del cobre y otras impurezas.
El cobre se recupera de la solución mediante la extracción con disolventes y la electroobtención, mientras que las impurezas disueltas permanecen en la solución. En zonas con mayor pluviosidad, estas impurezas solubles corren el riesgo de lixiviarse de los residuos durante los episodios de lluvia, provocando la contaminación del medio ambiente. La cal se utiliza para precipitar estas impurezas solubles y evitar su vertido al medio ambiente.